La alimentación es un proceso que influye en la nutrición y salud de las personas, una malnutrición ya sea por exceso o déficit convierten al trabajador susceptible a enfermedades que afectan su seguridad y salud laboral.
Bajo la posición, como uno de los países con mayor índice de obesidad a nivel mundial, las empresas deben prestar mayor atención al acceso adecuado de alimentación de sus colaboradores.
La obesidad se considera una enfermedad multifactorial en el que interviene problemas genéticos, conductuales y ambientales, representa en sí un factor de riesgo para desarrollar o agravar otras enfermedades, esto implica que haya pérdida en la calidad de vida, simultáneamente hay aumento en los gastos de salud para tratar la enfermedad y comorbilidades, aumenta el ausentismo laboral, disminuye la productividad laboral y eventualmente puede recaer el desempleo, generando un efecto domino al punto de generar desequilibrios económicos, sociales y de salud en el país.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de medio camino 2016 (ENSANUT 2016) informó que el sobrepeso combinado con obesidad en adultos fue de 72.5% comparado con la encuesta del 2012 que era del 71.3%, no hubo cambios significativos. Para la fecha de publicación de este documento la ENSANUT 2018 se encontraba procesando los nuevos resultados sin cambios representativos para este rubro con 73% de sobrepeso y obesidad en adultos. Además las estadísticas de acuerdo con el Observatorio Mexicano de Enfermedades no transmisibles (OMNET) indicaban que la prevalencia de diabetes mellitus tipo 2 aumentó de 9.2% en 2012 a 9.4% en 2016 y la mortalidad por la misma pasó de 70.8 muertes por cada 100 mil habitantes en 2013 a 84.7 en 2016.
COPARMEX señala que el 25% de las incapacidades laborales tienen que ver con problemas de sobrepeso y obesidad. De acuerdo con el estudio “Kilos de más, pesos de Menos”, se pierden 400 millones de horas laborales en un año lo que equivale a 184 mil 851 empleos de tiempo completo por diabetes tipo 2 derivado de la obesidad (2015).
Los mexicanos destinan 43 horas a la semana aproximadamente a sus labores, durante la jornada, en muchas profesiones, la mayor parte del tiempo se tiene poco o nulo movimiento físico, además el tiempo destinado y lugares disponibles para ingerir alimentos puede estar limitado por lo que se llega a optar por lo rápido y sencillo de consumir.
La calidad de esta selección se refleja en la salud y en el desempeño laboral, un ejemplo muy claro es la somnolencia postprandial que ocurre después de comidas abundantes- de carbohidratos principalmente- en el que el sistema de vigilia se ve afectado por cambios en las hormonas como parte del metabolismo de los nutrientes de los alimentos, esto afecta la concentración y respuesta al labor. En la salud se refleja en aumento de peso, principalmente de grasa corporal que deriva en sobrepeso u obesidad con sus complicaciones como alteraciones en los lípidos, hipertensión arterial, resistencia a la insulina, diabetes mellitus tipo 2, alteraciones gastrointestinales, ortopédicas, respiratorias, síndrome metabólico , algunas formas de cáncer etc.
Dado que el trabajo es uno de los lugares en el que se pasa más tiempo, representa el espacio adecuado para influir en el comportamiento alimentario, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha subrayado la importancia de la alimentación en los contextos laborales, en varias de sus recomendaciones sobre la protección de la salud de los trabajadores hace referencia a la disposición de lugares adecuados para consumir alimentos, a la vigilancia de regímenes alimentarios para los trabajadores y el fomento de programas de promoción de la salud.
Los objetivos de un programa de alimentación persiguen la sensibilización y educación a los empleados para hacer buenas elecciones de alimentos; ayudar a los trabajadores a ser proactivos en el cambio de sus hábitos alimenticios; generar las condiciones de trabajo que garanticen promover la alimentación saludable, y elaborar políticas laborales que permitan a los trabajadores el derecho a comer de forma saludable, que incluyen el tiempo, disponibilidad y acceso a buenas opciones de comida.
Como parte de la disposición de lugares adecuados, algunas empresas proveen prestaciones como comedores, vales, convenios con establecimientos de comida, para cubrir la alimentación de sus colaboradores, sin embargo, en muchas ocasiones, la educación alimentaria y vigilancia del régimen alimentario se deja de lado, regresando al punto de inicio del desconocimiento para ser capaces de elegir frente a la oferta y arrastra los problemas derivados de una mala alimentación
Aunque existen pocos estudios que miden la intervención de dichos programas, los existentes sugieren que la productividad laboral puede mejorar entre 1-2%.
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